Para esto hemos quedado…

De pequeña, cuando no podía dormirme, me levantaba de la cama y me ponía a hacer ejercicios de matemáticas. Ecuaciones, derivadas, integrales, problemas de trigonometría. Sí, un poco loca.

También era muy cabezota. Lo sigo siendo, en realidad. Quería saber el porqué de absolutamente todo y no paraba hasta entenderlo por mi propia reflexión.

Ahora he juntado ambas cosas; por un lado, el apasionante mundo de los números, una ciencia exacta que me da tranquilidad y seguridad cuando tomo decisiones, y por el otro, la cabezonería, el no parar hasta conseguir la respuesta.

Lo que ha cambiado es, quizás, la madurez con la que lo veo. Ahora me cercioro. Sé que puedo estar equivocada, así que me hago preguntas tanto para desmontar mi teoría, como para seguir construyéndola. Ni más de un lado, ni del otro. Por igual, los porqués, los para qué, los «y si». Todo.

También he metido en este cóctel una de mis pasiones; la escritura. Escribo porque me encanta leer y los libros me han enseñado que se pueden ordenar las ideas, tanto para que hagan ese «clic» en tu cabeza y encaje, como para poder explicárselo a los demás.

Así que aquí estoy, escribiendo para quien quiera leerme, pero sobre todo para mi. Para seguir reflexionando y para matar todos esos pájaros de un tiro; los números, la cabezonería y la escritura.