(y ahora lidera en su categoría online)
El caso real de un vigorizante femenino que pasó de incomprendido… a líder de su categoría online.
Hay productos que nacen con buena intención, buena formulación y hasta buena evidencia.
Y sin embargo, no venden.
No porque el mercado no los necesite, sino porque el mensaje no conecta.
Porque el consumidor no entiende qué es, para qué sirve, o si está hecho para él o para ella.
Eso fue exactamente lo que nos pasó con un vigorizante femenino.
🧪 El producto estaba bien
- Buena combinación de ingredientes: activos potentes, minerales específicos, vitaminas bien elegidas.
- Apoyo en literatura científica.
- Posicionamiento claro desde producto: mejorar energía, deseo y vitalidad sexual en mujeres adultas.
Pero cuando se lanzó online… no funcionó.
Las ventas eran testimoniales. Las visitas a la página no convertían.
Y lo peor: las búsquedas no cuadraban.
El tráfico que llegaba, lo hacía por palabras genéricas o erróneas.
Muchas usuarias salían sin interactuar. O incluso compraban otros productos más “tradicionales”.
🔍 ¿Qué aprendimos?
Que no se trataba del producto en sí.
El error estaba en cómo lo contábamos.
Lo que para el equipo técnico era “un vigorizante femenino con base natural”…
para el consumidor era un producto ambiguo, con etiquetas que le hacían dudar:
- ¿Es para menopausia?
- ¿Es afrodisíaco?
- ¿Es hormonal?
- ¿Es para jóvenes?
- ¿Es un suplemento diario o un SOS puntual?
No había claridad. Y sin claridad, no hay conversión.
🛠️ ¿Qué hicimos?
1. Escuchamos al consumidor real
Fuimos a reseñas, foros, Google, Amazon, búsquedas abiertas:
cómo hablan las mujeres de su deseo, qué palabras usan, qué miedos tienen.
2. Reescribimos el mensaje
Eliminamos tecnicismos. Hablamos de vitalidad, energía, conexión.
De “volver a sentirse en su centro”.
Y dejamos claro qué era y qué no era.
3. Cambiamos imágenes y jerarquía visual
Más calidez, menos promesa explícita.
Menos cápsula, más contexto.
Y una descripción que funcionara sin tener que leer todo el prospecto.
4. Optimizamos keywords
No nos obsesionamos con “deseo sexual” (muy competido y con tráfico no cualificado).
Fuimos a términos como «cansancio femenino», «baja energía en mujeres», «complemento para sentirse bien», que tenían más intención real de compra.
5. Reforzamos la categoría
El producto estaba solo en su segmento. Lo rodeamos de alternativas complementarias (vitaminas, equilibrio hormonal, sueño…) para aumentar la percepción de marca experta.
📈 ¿Qué pasó después?
- Las ventas crecieron más de un 300% en 4 meses.
- Se posicionó en top 3 de su subcategoría.
- Las reseñas empezaron a llegar —y a confirmar lo que prometíamos.
- El equipo comercial empezó a llevarlo a farmacia con más seguridad.
- Y lo más importante: dejamos de hablar desde el laboratorio y empezamos a hablar desde la mujer.
✍️ Conclusión
El producto no era el problema.
Era el lenguaje.
El enfoque.
El contexto.
Cuando el consumidor no entiende lo que ofreces, no es culpa suya.
Es una invitación a traducir mejor.
Y a entender que la conexión viene mucho antes que la conversión.

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