Insight Inmediato: el verdadero lujo de Estée Lauder.

Estée Lauder ya no quiere perder semanas esperando informes ni justificar decisiones con intuiciones envueltas en gráficas de PowerPoint. Ha entendido que su mayor activo no son los perfumes ni las cremas, sino los datos. Décadas de encuestas a consumidores, ventas en más de 150 países, estudios clínicos, promociones, campañas en redes sociales.
Toneladas de información que siempre estuvieron ahí, pero que pocas veces se usaban a la velocidad que exige el mercado.

El problema era evidente: demasiados datos, demasiados equipos trabajando en paralelo y demasiado poco tiempo para transformarlo en decisiones útiles.

Marketing pedía insights y llegaban tarde.
I+D trabajaba a ciegas sin conectar lo que el consumidor pedía con lo que se estaba desarrollando en el laboratorio.
Ventas dependía de corazonadas más que de evidencia.
La cadena de suministro reaccionaba en lugar de anticiparse.


En 2024 decidieron romper esa dinámica. Estée Lauder creó junto a Microsoft el AI Innovation Lab y de ahí nació ConsumerIQ, un agente de inteligencia artificial construido en Copilot Studio y alimentado con Azure OpenAI.
No es un experimento ni una app para hacer ruido. Es un sistema que ya está dentro de la compañía, al que cualquier empleado puede preguntarle en lenguaje natural lo que antes requería días de análisis.

La diferencia es brutal.
Donde antes había un correo a varios departamentos y semanas de espera, ahora hay una pregunta y una respuesta inmediata.
“¿Qué rutinas de skincare están creciendo en Asia?”
“¿Qué esperan las consumidoras de Gen Z en sus máscaras de pestañas?»
“¿Qué ingrediente natural empieza a despuntar?”
ConsumerIQ bucea en ese océano de información y devuelve la respuesta en segundos, con el respaldo de todos los datos internos que la empresa ha acumulado durante décadas.

Lo interesante no es la tecnología en sí, sino lo que significa para cada equipo dentro de Estée Lauder.

Para marketing, supone una revolución silenciosa. Ya no dependen de informes trimestrales para detectar tendencias. Pueden ajustar campañas sobre la marcha, lanzar acciones locales con semanas de anticipación y leer microtendencias que antes se escapaban entre los dedos. En una industria donde el consumidor cambia de opinión al ritmo de un scroll, esa velocidad es oro.

Para I+D es aún más relevante. Los laboratorios ya no se limitan a formular con la intuición de qué “podría” funcionar. Ahora cruzan datos de consumidor con evidencia clínica y diseñan productos que responden directamente a lo que el mercado empieza a demandar.
Menos riesgo de fracaso, menos tiempo perdido en desarrollos que no llegarán a ver la luz, más foco en lo que tiene potencial real.

Ventas también trabaja distinto. Con ConsumerIQ, las decisiones sobre qué impulsar en cada mercado no se basan solo en experiencia o presión local. Hay datos detrás: proyecciones más precisas de demanda, señales tempranas de interés y la posibilidad de priorizar recursos donde tendrán más impacto.
El resultado: menos stock muerto y más eficiencia en el lanzamiento de cada producto.

La cadena de suministro empieza a ser otra pieza clave. ConsumerIQ está conectando con sistemas que permiten anticipar picos de demanda y ajustar inventarios de forma más inteligente. El lujo ya no es solo que el envase sea dorado, sino que la crema esté en la estantería adecuada en el momento en el que la clienta la busca.

El cambio cultural es quizás lo más relevante. ConsumerIQ no es solo un asistente, es unificador. Todos los equipos trabajan con la misma base de conocimiento, con las mismas respuestas.
Se acabaron las duplicidades, los estudios repetidos y la sensación de que cada área tenía su propia “verdad”.
Ahora todos hablan el mismo idioma: el de los datos.

“Queremos que nuestros equipos trabajen menos tiempo buscando información y más tiempo creando experiencias de belleza únicas”.
Esa frase esconde una verdad muy poderosa.
El futuro de la belleza no se juega solo en un laboratorio ni en un escaparate, se juega en la capacidad de liberar a la gente del trabajo mecánico de perseguir información y darles espacio para tomar decisiones que importan.

Lo más llamativo de este caso es que no tiene glamour de cara al consumidor. Ningún cliente verá el logo de ConsumerIQ ni sabrá que existe. Pero todos lo sentirán de forma indirecta: productos más relevantes, campañas que llegan en el momento justo, una experiencia de marca más afinada.

Y ahí está la lección. La verdadera transformación digital no siempre se ve en la superficie. Muchas veces ocurre dentro, en los procesos invisibles que liberan tiempo,
conectan equipos
y cambian la manera en la que una empresa piensa y decide.

Estée Lauder lo ha entendido y ha dado un paso que no tiene vuelta atrás: usar la inteligencia artificial no para sustituir la creatividad humana, sino para multiplicar su impacto.

Porque si hasta la industria más glamurosa del planeta ha entendido que su activo más valioso son los datos y la capacidad de ponerlos en manos de sus equipos en tiempo real, ¿qué excusa nos queda a los demás?

Fuentes:
https://www.elcompanies.com/es/news-and-media/newsroom/company-features/2025/elc-microsoft-consumer-iq
https://news.microsoft.com/source/latam/features/transformacion-digital/estee-lauder-utiliza-la-ia-para-reinventar-la-prevision-de-tendencias-y-el-marketing-de-consumo-los-resultados-son-hermosos/


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