Hubo un día, no tan lejano, en el que los bares estaban cerrados y nos tomábamos una copa de lo que tuviéramos en casa durante la llamada de Zoom con los amigos. En medio de esa extraña época —con el pijama convertido en uniforme y el pan de masa madre como pasatiempo—, algunos decidieron que ya tenían bastante con la incertidumbre como para añadir resacas a la ecuación.
Así nació, en plena pandemia, un movimiento silencioso pero potente: el auge de los destilados sin alcohol. Lo que al principio sonaba a contradicción —¿ginebra sin ginebra?, ¿whisky sin whisky? Seamos serios, por favor— se convirtió en tendencia. Y no, no ha sido una moda pasajera.
Del “qué tontería” al “sírveme otro”
En 2020, los grandes retailers veían estos productos como curiosidades para un nicho excéntrico. Hoy, las cifras cuentan otra historia:
- El mercado global de bebidas espirituosas sin alcohol alcanzó una facturación de 336 millones de USD en 2024 y apunta a superar los 624 millones en 2032, con un crecimiento anual del 8,3 % (Fortune Business Insights). Bastante optimista diría yo.
- En EEUU, las ventas minoristas de bebidas sin alcohol han subido un 67% desde 2022, con 37 millones de nuevos consumidores (Penn State Extension). Ojo, esto son datos.
- Europa concentra el 44,6 % de cuota mundial: si el viejo continente inventó la ginebra, también está liderando su versión sin resaca.
Las marcas que cambiaron el guión
Seedlip: el pionero
Cuando en 2015 Ben Branson lanzó Seedlip, muchos lo tomaron por loco. Un destilado sin alcohol, servido en copa balón, con el precio de una ginebra premium ¿quién iba a comprarlo? Yo desde luego no.
La respuesta del mercado llegó pronto: los bares de Londres empezaron a incluirlo en sus cartas, y en 2019 Diageo compró una participación mayoritaria. “Queremos ser parte del futuro de las bebidas”, dijeron desde el gigante. Y el futuro, efectivamente, olía a botánicos pero sabía a cero grados.
Lyre’s: el imitador
Su propuesta es clara: reproducir el sabor del ron, el whisky, la ginebra o incluso el amaretto, pero sin una gota de alcohol.
Su crecimiento del +30 % anual y presencia en más de 60 países lo han convertido en líder global. En palabras de su CEO, Mark Livings: “No competimos contra el alcohol, competimos contra la idea de que la diversión necesita alcohol para existir”. Esta frase me la dicen hace 10 años y miro un tanto escéptica, pero ahora la compro al 100%.
Tanqueray 0,0%: los clásicos ceden
El día que Tanqueray lanzó su versión 0,0 %, se confirmó que esto no era moda, sino negocio serio. Una marca con más de 180 años de historia decidió embotellar lo impensable. Su lanzamiento en España fue recibido con titulares como “La ginebra que sabe a ginebra, pero no lo es”. Y la estrategia fue clara: captar al consumidor tradicional que quiere alternar entre la copa de siempre y su clon sin consecuencias.
No me lo creo, necesito números que sostengan esta narrativa.
- En Reino Unido, el mercado de destilados sin alcohol alcanzó los 24,9 millones de USD en 2024 y llegará a 40,9 millones en 2030 (Forbes).
- En EEUU, el consumo de destilados sin alcohol fue 10 veces mayor en 2024 que hace cinco años.
- Los cócteles sin alcohol en bares cuestan de media 8,6 USD, llegando a 15 USD en locales premium (WSJ). Sí, la gente paga lo mismo por beber aire con hielo que por un Manhattan. Estamos todos locos.
Pero Dios mío ¿Quién bebe esto?
Los consumidores de destilados sin alcohol tienen un perfil bastante definido. No son “abstemios de toda la vida” ni personas que jamás han probado una copa. Son, sobre todo:
- Jóvenes urbanos, 18–35 años (Gen Z y millennials):
Según IWSR, el 41 % de los consumidores de tienen entre 18 y 34 años. Para ellos, beber sin alcohol no es renunciar, es tener control y coherencia con su estilo de vida (IWSR, 2023). - Consumidores de “equilibrio”:
El 78 % de quienes compran destilados sin alcohol también consumen alcohol tradicional. Es decir, no se trata de “blanco o negro”, sino de alternar: un gin-tonic un día, un gin 0,0 al siguiente (NielsenIQ). - Más mujeres que hombres:
En varios estudios de mercado se observa una ligera mayoría femenina en el consumo de estas bebidas, especialmente en eventos sociales donde no quieren sentirse fuera pero sí evitar el alcohol. - Conciencia wellness y fitness:
Un dato que sorprende: más del 50% de los consumidores justifican su elección por cuidar la salud física y mental, frente a solo un 12% que lo hace por motivos religiosos o médicos (Forbes). - La “Gen Z sobria”:
El 49 % de los Gen Z en EEUU dicen beber menos que generaciones anteriores a su edad. El motivo no es moral, sino práctico: menos alcohol = más energía, más productividad, menos resacas (Morning Consult, 2023).
Así que el patrón es claro: no hablamos de abstinencia, sino de moderación estratégica. Esta nueva generación no rechaza el ritual social de la copa, pero redefine su contenido.
Un mocktail caro no es “pagar por agua con hielo”, es pagar por estar en la misma mesa, con la misma copa, sin tener que justificar por qué no bebes.
Me gusta esta fraseMark Livings, CEO de Lyre’s, que define bien la tendencia social:
“Nuestros clientes no quieren ser la persona rara con un refresco en la mano. Quieren estar dentro del ritual, sin el alcohol.”
Este fenómeno tiene algo de novela generacional. Los boomers inventaron la happy hour, los millennials abrazaron el gin-tonic como si fuera religión (me incluyo), y la Gen Z prefiere celebrar con un mocktail en la mano y el móvil en la otra.
La narrativa de las marcas es clara: no se trata de prohibir, sino de ofrecer alternativas. Y ahí está la clave. Porque los datos lo respaldan: el consumidor ya no quiere elegir entre salud y socialización.
La ginebra sin alcohol es mucho más que una botella bonita en la estantería. Es la prueba de que incluso en una industria tan inmóvil como la de los destilados, el cambio es posible cuando responde a una necesidad real.
Lo que empezó como curiosidad en pandemia, hoy es un segmento en expansión global, con cifras que hacen alucinar a más de una bodega centenaria. Y sí, quizá nunca sustituya del todo a la ginebra clásica. Pero como dijo un barista de Nueva York en una entrevista:
“No se trata de si sabe igual. Se trata de si al día siguiente te acuerdas de lo que pasó anoche.”


Deja un comentario